Dedicatoria a Sarahí
Oh Gran amada
Tú, mí desdichada niña
Que has hecho para sufrir así.
Pues bien, yo sigo aún en este mundo
Tan lejos de ti y sin saber
Si acaso el mañana me aguarda algo
mejor que tú.
Oh dulce niña de mis días
De tranquila ensoñación cuando
Tus ojos claros nada sabían
De voluptuosidades y desdenes.
Aun hoy pasado los años
Te recuerdo como aquellos días
De la primavera que despertaba;
El cielo de mediodía yacía
Bajo esos árboles verdes.
El brillo del Sol se reflejaba en
Tú larga cabellera dorada,
Caía sobre tu rostro amistoso;
Embellecido con esos ojos claros
Se asemejaban mucho a la dulce miel.
Y qué decir de tu boca
Donde sobresalían las comisuras de tus labios
Y formaban una perfecta unión
Con tus mejillas rosadas.
Tu nariz en medio de esa carita que redondeaban
Tus cabellos lacios resultaban
Algo agradable y
Sencillamente hermoso.
La dulce maravilla de tus uñas rosadas
Y tus dientecillos como lechosos ópalos
Tus dulces senos de niña
Tus cabellos rubios
Y en tus ojos, dulces ojos, como caramelos
Deliciosos hechos de miel.
Ya lo sé que no volverás
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